martes, 22 de abril de 2008

El andinismo como impronta de la nacionalidad peruana


Luis Valcárcel comienza Tempestad en los Andes con una frase de Gonzáles Prada: “no forman el verdadero Perú los criollos, descendientes de la colonia” sino “las muchedumbres de indios diseminados” por toda la cordillera. Es así como comienza a postular que en el Perú coexisten dos nacionalidades, una, “la de los vencidos, rota, maltrecha, sin conciencia colectiva” y la otra “la de los vencedores, la de los hombres blancos, unimismados en la labor de enriquecimiento personal”. Ambas nacionalidades se encuentran sintetizadas en dos ciudades paradigmáticas, el Cusco y Lima:

El Cusco y Lima son, por la naturelza de las cosas, dos focos opuestos de la nacionalidad. El Cusco representa a la cultura madre, la heredera de los inkas milenarios. Lima es el anhelo de adaptación a la cultura europea. Y es que el Cusco preexistía cuando llegó el conquistador y Lima fue creada por él ex nihilo[1]

Así vistas, es la “la sierra la nacionalidad”, lo que significa que mientras los Andes se encuentren bajo el domino limeño el Perú vivirá “fuera de si, extraño a su ser íntimo y verdadero” (Tempestad en los Andes, Pg 120), por lo que exclama:

¡El Perú es indio! Precisan cuantos siglos para darse cuenta de este hecho primordial. Ha sido necesaria una evolución profunda en el pensamiento para que haya quien se atreva a proclamarlo así (Tempestad en los Andes, Pg 116).

Fue en este sentido, el de construir una nueva capital para el país en el Cusco, que Valcárcel crea en 1926 el Grupo Resurgimiento. En él participaron brevemente Uriel García, Mariátegui y el Manuel “el Cachorro” Seoane como representante del APRA. Pero la actividad del grupúsculo fue bastante limitada y no tardó en disolverse. Es elocuente sin embargo, lo que nos dice acerca del significado que cobraron los Andes y el Tahuantinsuyo para los indigenistas: un sueño mojado, un proyecto imaginario firmemente encarnado en las posibilidades fisiológicas y sociales de las comunidades del Ande y que se repite en muchas de las facetas con las que el Perú se presenta al exterior y de la que no escapa la etnografía.


[1] Tempestad en los Andes. Ed. Universo. Lima 1972. Pg. 118
Nota: La fotografía es "Amanecer en la Plaza de Armas del Cuzco" (1925) de Martín Chambi

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